




























Le Corbusier, uno de los más famosos arquitectos del siglo XX, los definió “la más bella obra arquitectónica del mundo”. De hecho, las Dolomitas ofrecen un panorama magnífico: montañas hechas de muros de roca, glaciares, sistemas kársticos, picachos altísimos, torres y pináculos; montañas incisas por los agentes atmosféricos, donde se mezclan la cultura italiana, la alemana y la de la comunidad autóctona ladina. Las Dolomitas toman su nombre del geólogo francés Dieudonné Dolomieu que descubrió las propiedades de la dolomía, una roca caliza riquísima en mineral dolomita, presente en esta cadena montañosa. La dolomía dona a las montañas un color particular: el blanco (motivo por el cual se denominan también “Montes pálidos”), sin embargo, al amanecer y sobre todo al ponerse el sol, esta zona asume un color que va del rosado al rojo fuego: es el fenómeno llamado “enrosadira”.